Lo que debemos recuperar del carnaval vegano del ayer

CELEBRACIÓN CULTURAL QUE HA PERDIDO LA ESENCIA Y SU VERDADERO SIGNIFICADO

El carnaval vegano es un evento arraigado a la expresión cultural dominicana, Hace años era un evento recreativo, cultural y familiar que ofrecía al visitante un ambiente sano lleno de colorido, acompañamiento musical ameno y lugar de celebración.

Las costumbres que en este se transmitían se están extinguiendo y lo que ayer era un lugar recreativo y de sana diversión, hoy es un espacio dirigido al baile, la bebida,  el cigarrillo y el escandaloso ruido de las carpas que con el transcurrir de las horas se vuelve insoportable.

Para César Antonio Abreu Fernández, ex presidente de la comisión organizadora del carnaval vegano, la actividad es un espacio de  interacción entre el que se disfraza y el que asiste. Y que aunque ahora se han inventado las tarimas para las personas que vienen en un tour y no quieren ligarse a los disfrazados, eso no forma parte de la esencia del evento y el verdadero carnaval es en la calle, como dice la canción “Carnaval” de Fernando Villalona: “baile en la calle de noche, baile en la calle de día”.

Origen del Carnaval Vegano
Abreu Fernández relató cómo se iniciaron las primeras manifestaciones carnavalescas en La Vega. Dice que de 1515 a 1520, había un Obispo en La Vega que organizaba caminatas con moros y también cristianos, que a pie y a caballo escandalizaban al pueblo.

Luego  del terremoto de 1532, eso se dejo de hacer y fue en 1914 frente a la mata de tamarindo, cercana a la Catedral de La Vega, cuando salieron las primeras comparsas constituidas por 40 disfrazados de diablos cojuelos.

Un antes y un después del Carnaval
El Carnaval vegano se celebraba frente a la Basílica, era un evento entre los pueblerinos, una fiesta cultural; en la actualidad eso se ha transformado por los deseos de sectores que han buscado a toda costa sacarle provecho, y han convertido al evento en algo más que una fiesta del pueblo.

Ahora es un concierto en el que los visitantes están reunidos en un lugar para apreciar la música de un intérprete sin socializar con los diablos; es un centro de expendio de bebidas alcohólicas, y es una chimenea que solo esparce el humo de los cigarrillos que las compañías le regalan al consumidor, que inocentemente no sabe que no es un regalo, sino una incitación a entrar en un vicio.

Si bien es cierto lo que dice el fotógrafo Martin  López que anteriormente en el carnaval había mucha violencia entre comparsas y el público y las vejigas podían contener objetos extraños y ahora existe un mayor control y seguridad ante esos casos, también es cierto que las manos ambiciosas de muchos sectores han contribuido a que esta fiesta carnavalesca, la más grande de la nación, pierda su esencia y no represente una ocasión de sana diversión.

OPINIÓN DE UN VEGANO DE CORAZÓN
“Cuando siento el sudor que me corre por la cara siento el sabor salobre, siglos de cultura hispana viven en mí. Me siento el español, por mi tradición, mi costumbre; y cuando me pongo ese disfraz verde, amarillo, rojo y azul, yo siento ese africano que llevo dentro que me hace vivir y me hace gozar”, expresó Abreu Fernández, quien pertenece desde su juventud al grupo de los Broncos